jueves, 30 de septiembre de 2010

¿Ir al espacio envejece?

Hace tiempo que al ser humano la Tierra se le quedó pequeña y decidió ampliar horizontes. Primero fue la Luna, y desde hace décadas, Marte se ha convertido en el objetivo de «colonización». Pero el planeta rojo, el leitmotiv de guionistas y escritores de ciencia ficción, aún dista mucho de ser un lugar apropiado en el que deshacer las maletas. Porque hacer un viaje por el espacio puede hacernos envejecer y transformar nuestro organismo en el de un anciano de 80 años. Así lo revela un estudio de la Universidad de Milwaukee, Wisconsin (Estados Unidos). La investigación se llevó a cabo con un grupo de astronautas que permaneció seis meses en la Estación Espacial Internacional. 180 días a bordo del laboratorio orbital en el que cada uno de ellos se sometió a una biopsia antes de despegar e inmediatamente después de regresar a la Tierra. El resultado: pérdida del 30 por ciento de la fuerza muscular, lo que equivaldría a que un individuo de entre 30 y 40 años tuviese los músculos de uno de 80. A esto se suma un descenso del 40 por ciento de la fibra de los músculos de los gemelos, que al parecer, sufren más en el espacio que otras partes del cuerpo, y son sumamente importantes para el equilibrio.

Según explica a este semanario el catedrático de Biología y principal investigador del estudio, Robert Fitts, en trabajos anteriores ya estudiamos los efectos de un vuelo más corto sobre la función muscular. En aquella ocasión apreciamos una pérdida del 20 por ciento de las fibras musculares de contracción larga. Por su parte, Eric Kerstman, miembro del departamento de Proyectos Avanzados de la Universidad de Texas, explica que la larga duración en un vuelo espacial expone a los astronautas a una microgravedad prolongada que supone múltiples efectos fisiológicos, incluyendo la pérdida de masa ósea, de músculo y cierta debilidad, así como alteraciones en los nervios vestibulares (la vía para los reflejos del equilibrio) que provocan mareos.


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